Miercoles, 3 de Mayo de 2017

La industria nacional y el desarrollo

Argentina está ante una oportunidad única para realizar un cambio profundo y avanzar seriamente en el camino del desarrollo.

En ese proceso es fundamental el rol que aporta la industria, generando valor y empleo en todo el país y creando relaciones que hacen a nuestro entramado económico y social. Para aprovechar toda la fuerza de nuestra industria y del resto de los sectores económicos y políticos del país es clave trabajar juntos en los consensos de largo plazo que nos permitan desplegar todo nuestro potencial en el mundo.

 

 

La industria argentina logró alcanzar una dinámica productiva diversificada que le permite involucrar a sectores cada vez más amplios de la actividad económica y lo hizo a pesar de nuestra historia de crisis recurrentes, que han convertido la sobrevivencia de muchas empresas en un verdadero milagro. Esas crisis le han dado a la industria una flexibilidad y un poder de adaptación a las circunstancias que no se ve en otras partes del mundo. Pero sin duda es mucho más lo que podríamos lograr en un clima de estabilidad y previsibilidad, planificando e invirtiendo para producir más y mejor.

 

 

Dos siglos después de nuestra independencia, Argentina sigue teniendo una enorme potencialidad. Tenemos una población relativamente homogénea de sólo 40 millones de personas; gente talentosa y creativa, sin grietas reales insalvables, sin conflictos profundos de raza, credo u origen. Estamos bendecidos por condiciones realmente favorables, con una gran variedad de materias primas, una gran extensión territorial y de distintas condiciones naturales, geográficas y de climas que permiten tener diversidad de producción.

 

 

Es el momento para hacer realidad esta potencialidad, focalizándonos en crecer, generar riqueza y avanzar en el marco de la globalización para vender al resto del mundo nuestra producción, nuestro talento y nuestra inventiva. Esta oportunidad requiere un cambio de mentalidad, un cambio cultural profundo que nos lleve a pensar en el largo plazo, en proyectar el futuro y no en el día a día, en desplegar lo nuestro para integrarnos al mundo de manera inteligente y no encerrarnos para aspirar tan sólo a sobrevivir.

 

 

Para eso necesitamos cambiar el paradigma y entender que debemos producir pensando en la demanda del cliente, local o internacional; que el mercado se construye sobre lo que el cliente necesita y no sobre lo que yo quiera vender porque tengo un excedente de producción. Los mercados se transforman día a día: no podemos crecer sin innovar, tenemos que prepararnos para producir para ese mercado en permanente cambio. (Para eso) Hay que desarrollar inteligencia comercial, para encontrar o crear las necesidades del consumidor a partir de lo que podemos hacer, y adaptarnos para abrir nuevas líneas de productos. Es tan simple como poner al cliente primero, pero es un cambio cultural en el modo tradicional de pensar como empresarios.

 

 

La industria debe ser además parte de la solución para los problemas recurrentes del país. Como no atacamos las causas y nos quedarnos en las consecuencias, los argentinos hemos sufrido crisis económicas y sociales cada diez años; crisis que dejan a millones en la pobreza, que nos dividen, nos hacen retroceder como sociedad y nos condenan a no desarrollarnos, a crecer apenas a tasas vegetativas.

 

 

Si no queremos seguir tropezando con la misma piedra tenemos que cambiar. No podemos seguir desentendiéndonos de lo que nos pasa como sociedad ni actuar como meros espectadores de la realidad para luego criticar lo que no nos gusta. No podemos, no queremos, ni vamos a hacerlo. Somos una sociedad madura, tenemos en nuestras manos las herramientas y las soluciones para no volver a esas crisis recurrentes que han destruido los sueños de vida de tantos argentinos. La principal herramienta para evitarlas es el diálogo, la palabra y el compromiso común; es lograr los consensos que permitan poner en valor todo lo nuestro, nuestra cultura, nuestra diversidad de pensamiento, nuestra capacidad y nuestros recursos.

 

 

No podemos seguir viviendo de lo realizado por las generaciones anteriores: tenemos que pensar en las que vienen por delante. Este es el momento para unirnos; los que tenemos más experiencia con los que tienen más futuro, los del interior y los de la capital, la industria y los servicios, los empresarios y los sindicatos. Unirnos para pensar y hacer entre todos, desde nuestra diversidad, una Argentina para las próximas generaciones. Una Argentina mirando al futuro, basada en una educación moderna y abierta a la innovación, porque la equidad en el siglo XXI pasa por la igualdad de acceso al conocimiento, que es el valor más preciado para el desarrollo de las personas y las sociedades.